EN ESTE ESPACIO PONGO A DISPOSICIÓN DE QUIENLE INTERESES LOS RESUMENES Y ANÁLISIS DE LOS DIVERSOS TEXTOS QUE HE LEÍDO CON RELACIÓN AL ÁREA DE LA PSICOLOGÍA.

Friday, July 10, 2009

EL PROCESO DE SER PADRES ADOPTIVOS

El proceso de ser padres adoptivos
Paulo Egenau. Clase 5. 08-09-2005.


Capitulo 3. DEL MATRIMONIO A LA DECISIÓN DE ADOPTAR

El nacimiento de un hijo tiene etapas
1) No podemos ser tres( cuando la mujer no se embaraza)
2) La búsqueda del hijo biológico (se va de médico en médico y termina con el diagnóstico de infertilidad)
3) Enfrentando la realidad (implica el dolor de la infertilidad).


1. NO PODEMOS SER TRES.

Aspectos sociales de la infertilidad: La cultura valora la fertilidad y a la vez castiga a la infertilidad como una desgracia vergonzosa. En este período puede no existir un apoyo social, porque la pareja decide en un principio vivir el problema entre ellos, sin contárselo a nadie. Cuando deciden hacer participe de esta dolorosa noticia a la familia y los amigos, éstos en un inicio buscan tratamientos alternativos e incluso esotéricos, y la pareja lo acepta, ya que no asume la realidad que debe enfrentar.

Rowe plantea que el perder la esperanza de un hijo es como un duelo, sin embargo, es mucho más infértil el lamentarlo que cuando uno pierde a una persona querida a través de la muerte, debido a que no hay un foco para el duelo. La verdad que esto se enmarca en lo llamado por Egenau como duelo existencial, que es una situación difícil de lamentar, por ser tan difusa y abarcativa. Hay una sensación de vacío, similar a la que sienten los adolescentes en busca del sentido de vida. Aquí la pareja debe enfrentarse a su propio duelo y a respuestas externas de rechazo donde se ve que su problema afecta a los otros como por ejemplo a los padres de cada familia de origen.

Familia extensa e infertilidad: La familia de origen puede ser un elemento que alivia o agrava la situación de la pareja, porque con las actitudes de sus miembros influye en como elaborarán el duelo la pareja . En la actualidad no existen estudios empíricos que manifiesten las repercusiones que las actitudes familiares tienen sobre el resultado final de esta problemática. Se sabe que la familia no debe evitar que la pareja sufra, ya que ello estancará el proceso de duelo.

Esto es muy común que suceda, porque en nuestra cultura el dolor es rechazado y no se permite vivirlo plenamente y para ello se realizan muchas acciones, en el caso de la familia es frecuente que las hermanas que sí pueden procrear nombren a su hermana infértil como la madrina de su hijo. En cambio, otras familias actúan en este período doloroso cuestionando a los hijos, por la decisión tomada con respecto a la elección de su cónyuge más aún si la familia no estaba de acuerdo con el matrimonio. En lo social la pareja puede que se aísle de todo compromiso familiar para evitar que le recuerden su problemática.

Individuo, pareja e infertilidad: La infertilidad se puede ver como una crisis del desarrollo que afecta tanto al individuo como a la relación marital por lo que debe ser abordada en ambos niveles. Al hombre le cuesta asumir la infertilidad e incluso en un inicio no desea realizarse exámenes. En la pareja por lo general cuando hay un miembro fértil y otro infértil, el primero se sacrifica por el matrimonio y el infértil compensa ese sacrificio. La infertilidad como todo evento trascendental se enfrenta luchando con todos los medios disponibles con el fin de modificarlo. Comienza aquí el largo peregrinaje que pasa por aspectos físicos, psicológicos y sociales. Comienza así la segunda etapa.


2. LA LUCHA POR EL HIJO BIOLÓGICO

El rol del sexo en la autoimagen varía entre individuos y grupos de individuos; por ejemplo para el hombre la impotencia es humillante porque se asocia a su virilidad, misma situación que ocurre con la procreación. Por el contrario las mujeres tradicionalmente se han mostrado menos preocupada de su desempeño sexual. Para ellas este trauma no se relaciona con su femineidad, sino más bien con la infertilidad, es el fallar a la tarea específica de ser madre, donde está expuesta al escrutinio público.




En esta etapa muchas parejas tienden a aplazar la consulta médica, hacen como “que no pasa nada” sabotean el diagnóstico y el tratamiento, realizando lo que Videla y Maldonado ( Ojo no es la Patricia) denominan una alianza de esterilidad, la que cumple la función de mantener a los cónyuges en un eterno estado de “pseudo búsqueda de solución” es probable que tras ello haya una motivación inconsciente de evitar el enfrentamiento de la realidad. Kraft plantea que lo grave de la situación no se da sólo por como se obtiene la información, sino también por las características de personalidad de las personas y posibles patologías existentes.

En el texto Egenau aclara que la fertilidad no sólo es algo biológico, porque también se puede ser fértil al enseñar, educar, a través de la amistad y el amor. Por tanto también la adopción incluye fertilidad y eso hace que los futuros padres deben presentar esa característica ante el compromiso de la adopción.

En el proceso de la búsqueda del hijo biológico se requiere realizar una serie de exámenes para un adecuado diagnóstico y muchas veces ello implica la manipulación de los genitales, lo cual las personas lo viven como algo invasivo y humillante. En este proceso también la vida pierde parte de su espontaneidad por la necesidad del embarazo, la pareja tiende a leer y respirar con respecto al tema (de el embarazo), lo que puede disminuir sus intereses, por ejemplo: la mujer ahora está mas preocupada de su temperatura con el fin de detectar el momento de la ovulación, tienen relaciones sexuales a ciertas horas y en ciertos momentos. El sexo por tanto deja de ser espontáneo, deja de ser la expresión del amor, deja de ser algo privado, y se transforma en algo mecánico que debe ser ejecutado a tiempo y, en ciertos casos. Schechter dice que los sentimientos sexuales cálidos, espontáneos y excitantes se pierden cuando responden a una prescripción y aumenta las tensiones al realizarse en el período de la ovulación.

Unos logran tener hijos al utilizar estos métodos, en cambio otros a pesar de los esfuerzos no lo logran. Cuando no se explica la infertilidad por lo biológico, se habla de causas psicógenas (a nivel inconsciente uno o ambos cónyuges tienen miedo a la parentalidad). Es más fácil aceptar para las parejas la causa biológica que la psicológica. La causa psicológica se muestra reflejada en aquellas parejas que luego de adoptar un hijo la mujer queda embarazada. Al recibirse el diagnóstico de infertilidad comienza la tercera etapa


3. ENFRENTÁNDOSE A LA REALIDAD.

Muchas parejas al comienzo pasan por un período de incredulidad o negación de la situación. Esta fase corresponde a la etapa de negación y aislamiento, la primera del modelo de elaboración de duelo descrito por Elisabeth Kubler- Ross. La negación inicial funciona como un respaldo donde el matrimonio se apoya por un tiempo para poder ordenarse, reflexionar y reconsiderar. Luego viene la otra etapa la rabia, que permite un desahogo inicial junto a sentimientos de culpa, hacia sí mismo (manera culpogena). La reacción del varón se evidencia como más desinteresada o negadora. A su vez la mujer está más dispuesta y se hace cargo de su marido y a veces asume la carga sin tenerla, es decir, dice que el problema de la infertilidad es de ella, para proteger a su marido de la opinión social.

Este asumir la culpa por parte de la mujer sin tenerla, implica un costo para la relación. Este acuerdo de indemnización hace que el hombre quede con una gran deuda, viéndose sometido a su mujer como una forma de pago por el favor concedido (ni que fueran santas..... señor Egenau!!!). Esta deuda puede ser posteriormente saldada al acceder el marido a la adopción para satisfacer a su mujer. Muchas veces la persona infértil puede albergar fantasías de abandono de parte de su pareja, por ello surgen muchos celos, culpas y sentimientos de autodenigración que terminan por destruir la relación, dando paso a una profecía autocumplida “yo se que me abandonarás” las culpas del pasado aparecen nuevamente como por ejemplo infidelidades (de la mujer; claro está), abortos, sexualidad promiscua, evitación del embarazo.

Socialmente con respecto a la infertilidad, se culpa a la mujer mientras no se compruebe su inocencia, y se mira como inocente al hombre mientras no se descubra su culpabilidad. Para Videla y Maldonado el concepto de pareja infértil, disminuye el buscar a un culpable que por lo general es la mujer. Con este nuevo concepto se comparte la responsabilidad y se facilita la elaboración del trauma con una solución común.

Para la pareja infértil la llegada al mundo de un nuevo sobrino les recuerda constantemente su “incapacidad” de procrear. El deseo intenso de criar a un hijo dificulta la elaboración de la realidad. Este período de dolor y pesar Klubler- Ross lo denomina depresión en el proceso de duelo.




Cuando la pareja logra salir de su “vacío existencial” del cual surgen sentimientos de falta de sentido de vida, hasta obtener una existencia con sentido, y puede dedicar su energía al logro de nuevos objetivos, significa que se ha alcanzado la etapa de aceptación, pero puede seguir surgiendo el tema, a pesar de estar elaborado, porque la total elaboración es un proceso largo. Las personas se dan cuenta que están en el proceso de la elaboración, pues cada vez es más espaciado en el tiempo el surgimiento del recuerdo y el dolor.

Kraft plantea que el proceso de elaboración tendría algunos componentes que necesariamente deben ser abordados para poder lograr una adecuada elaboración del trauma, destacando entre ellos los tres siguientes:

1) La herida debe ser tratada en forma de no dejar una amargura permanente. Esto implica ponerse en contacto con todo lo que para el individuo, significa la perdida permanente de su capacidad reproductiva.

2) La tarea de restituir la imagen corporal deficiente, llegando a aceptar la incapacidad física. La aceptación emocional de la incapacidad reproductiva es central en este proceso.

3) la tarea de evaluar la importancia de la parentalidad como una fase del desarrollo y determinar si otras actividades pueden compensarla. La elaboración exige considerar los afectos, ideas y fantasías que giran en torno a la parentalidad.

Eric Erikson utiliza el término “Generatividad” para describir el mayor logro psicosocial de la etapa adulta, que consiste en trascender los intereses personales inmediatos, en pos de los hijos que vendrán. Kent y Richie plantean que existen 2 patrones de enfrentamiento de la realidad en parejas adoptivas infértiles: 1) Reacción de hecho: se sabe que son infértiles y se deciden a adoptar; aquí no hay contacto del afecto ( no hay elaboración de duelo normal). 2) sentir llanto, decaimiento y tristeza: y luego se piensa en la adopción, por tanto hay contacto con los afectos (hay elaboración de duelo).

Puede ser que no todas las parejas muestren un patrón tan claro como el propuesto por Kent y Richie.


LA ALTERNATIVA DE LA ADOPCIÓN

La adopción no es el único camino para una pareja, porque también pueden ocupar mejor el tiempo juntos, se dedican a lo profesional, la labor social (todo esto ayuda a sentirse que colaboran con los otros). La adopción ¿Para quién? La UNESCO plantea que cada niño tiene el derecho de crecer y desarrollarse dentro del marco de protección y apoyo que es la familia. La adopción por tanto es una solución al problema de la niñez abandonada, procurando una familia para el niño que no la posee. Se trata de buscar un equilibrio en la satisfacción de las necesidades tanto del niño abandonado como de la pareja que desea prohijarlo. La adopción involucra a los padres adoptantes, padres abandonantes y el niño por tanto esto es una trilogía. Como dice Tau, para haber padres adoptantes deben haber padres abandonantes.

Muchas veces la adopción se utiliza como regularización social, para esconder la idea de infertilidad que aún duele en la pareja. Aquí el niño tiene una función utilitaria; y se trata de esconder la adopción para vivir como una familia biológica, así evitan las diferencias con otras familias. Esto se presentaría en parejas con una alta necesidad de cumplir normas sociales. Otra motivación para adoptar podría ser salvar un matrimonio en peligro, retener al esposo, darle algo que hacer a la esposa aburrida, padres que próximamente enfrentarán el nido vacío y tienen temor de enfrentarse consigo mismo y con la nueva relación de pareja.

También existen razones humanitarias para adoptar pero esta concepción es negativa al niño, porque se ve este proceso como un favor. El hijo queda como un desprotegido y los papás felices por su altruismo, pero esto los puede frustrar en la adolescencia, al ser el hijo rebelde y más independiente frente a la autoridad. Otra causa de adopción puede ser reemplazar a un hijo fallecido, pero aquí el niño será constantemente comparado y deberá satisfacer expectativas parentales. En este caso se debe elaborar el duelo antes de adoptar, así la aceptación y amor serán incondicionales. Tremouroux recomienda en estos casos adoptar un hijo del sexo opuesto al niño perdido. Otras veces se busca un niño que haga compañía al hijo único.

La decisión de adoptar ¿de quién surge? La mujer es la que lo decide primero y luego va madurando en ambos cónyuges.





CUARTA SUBETAPA
RESOLVIENDO LA CRISIS

Actualmente muchos padres quieren adoptar, pero hay pocos niños, y por ello las exigencias son mayores. Esto incita a buscar formas de adopción fuera de lo institucional como por ejemplo: llevarse niños de familias que los ceden. En el trámite legal es vital: la primera impresión que los futuros padres generan y se analizan las motivaciones que los llevan a realizar este procedimiento. Por ello la postulación de adopción se considera como un hito en la familia que se formará debido a su impacto, porque requiere mostrar a otros la intimidad de los cónyuges.

Queremos adoptar un hijo: en el trámite legal la pareja debe ver si merece un hijo, y lo hacen por lo general en un período de dolor y además ante un desconocido. El período de espera del niño se vive con ansiedad por la evaluación social, a diferencia del hijo biológico que es gratificante a los padres. Además este período esta marcado muy fuerte por la creencia que es mejor cortar lazos entre el adoptado y su familia de origen, porque esto facilitará la construcción de la “familia ideal” por ello se fomenta ese secreto en muchas adopciones.

En EE.UU. existe lo llamado adopción abierta en donde no existe el secreto, ya que el niño tiene contacto con sus padres biológicos. Padres biológicos y adoptivos llegan a acuerdo en una corte sobre los contactos. También aquí se incluyen a otro tipo de familiares en los contactos. Este planteamiento ha ocasionado un gran debate respecto de sus ventajas y desventajas para las personas involucradas. El conocer a los padres adoptivos puede acarrear un dilema de lealtades para el niño y crear tensiones innecesarias. También puede ser conflictivo a la madre biológica a quien se le prometió al entregar al niño que esto sería confidencial. La familia biológica tendrá como temor presente que el menor los pueda abandonar por la familia biológica.

Muchas veces mantener el secreto está muy ligado con la motivación que impulsa a los padres y es el construir una familia bajo patrones de normalidad. La legislación al ser el niño adoptado permite cambiar su certificado de nacimiento, lo que genera que no exista diferencia entre el hijo biológico y el hijo adoptado.

Otros factores de riesgo en el proceso de adopción aparte de la confidencialidad serían: la conductas de trabajadores sociales que se sienten identificados con parejas que desean adoptar, pero que no cumplen con muchas exigencias del trámite legal. También en la adopción el tiempo de espera del niño es indefinido a diferencia del embarazo biológico, y esta espera aumenta la incertidumbre y expectación en los padres adoptantes. Pero estas dificultades se ven atenuada por la gran disposición que exhiben los padres para la crianza, por ello asisten a cursos o talleres que ayudan a darse cuenta de su propio proceso de elaboración de la infertilidad.


CAPÍTULO 4.
OBTUVIMOS UN HIJO.

Si bien no puede existir el contacto entre el feto y la madre, emocionalmente es factible que ella se prepare para la recepción del hijo. Aquí la inexistencia de rituales especiales u orientación que facilite el desarrollo de la relación familiar aumenta la incertidumbre en los padres con la que comenzarán la vida frente al niño. La “anticipación de nacimiento” por tanto facilita la transición al ser padres. Para los adoptivos la noticias les llega de golpe, por ello la llegada del niño es un shock que dificulta el ajuste al nuevo rol parental. Kirk plantea que el rol de padres entrenado socialmente es el de la procreación y no el de la adopción, por ello los padres muchas veces no tienen convicción en su rol. Para los adoptantes no existe división de roles durante el embarazo, y por ello los padres están más expectantes, y por lo mismo tienden a participar más en grupos de padres. Puede darse una creencia de pensar que la maternidad y la paternidad están íntimamente ligado a lo biológico. Videla y Maldonado dicen que la pareja adoptiva puede idealizar la parentalidad biológica como algo a lo que no podrán acceder, “para ellos está negado” y por ello se pueden sentir como padres de segunda categoría.

La inseguridad de criar un hijo es común en los padres, pero las parejas que adoptan lo atribuyen justamente a ser padres adoptivos y no biológicos. Ante ello Tau manifiesta “que existe en toda mujer un registro conciente e inconsciente, de las necesidades del niño y a partir de ahí se puede ayudar a la madre adoptante a desarrollar ese conocimiento, ya inscrito en su psiquismo para ofrecer al hijo lo que realmente necesita”


Para Goldstein asevera que el padre psicológico de un niño, está basado en la interacción diaria, compañía y experiencias compartidas. El rol puede ser satisfecho por un padre biológico, adoptivo o por cualquier otro adulto sensible y preocupado, pero nunca por un adulto inactivo y ausente.

La adopción emocional se logra al elaborar el duelo de la pérdida de hijos naturales, sólo así se puede aceptar a otro niño.

La depresión post parto se asocia a factores biológicos y psicológicos del embarazo y parto. La madre adoptiva también está expuesta a este trastorno, porque se deprime, según la autora Melina por los esfuerzos que involucra criar al nuevo hijo, como también por la toma de conciencia de: la responsabilidad de ser madre, ligazón de vida y obligaciones. La madre adoptiva se culpa por ello, más aún porque sabe que no puede tener excusa en lo biológico según la creencia corriente.

Esta creencia hace a la madre sentirse incapaz y con temor a la critica social de su rol (mala madre). Esto le resta espontaneidad en su actuar y hace más difícil este período de adaptación. Con respecto a los padres, es común que estos extrañen la libertad del tiempo que no tenían hijos, pero los padres adoptivos esconden estos sentimientos de libertad sin el hijo y se culpan por ello. Tampoco sienten mucho apoyo si hablan de esto por la critica social y porque es común que les respondan “tu lo elegiste ahora no te quejes” . En resumen, los padres necesitan compartir con otros papás adoptivos para dejar de lado la concepción de la adopción como una caridad.

Melina asevera que el vínculo con el niño es variable y puede que la mamá y papá no lo desarrollen a la misma velocidad. En esto también influye la edad del niño, porque es más fácil generar vínculo con un recién nacido. Lo importante es hacer un vínculo y no cuanto demora en formarse.

Goldstein propone sacar el período de prueba del niño en el hogar, porque aquello no facilita el vínculo, la relación familiar y rol de los padres. Si no son buenos padres que caiga el peso de la ley tal como sucede con los padres biológicos, los cuales al nacer el bebé no están a prueba. Durante el tiempo de prueba plantea Egenau el niño no es carga familiar y por tanto no tiene previsión. Además en este período de prueba se genera mucha tensión y falta de espontaneidad en los esposos, por lo investigado por Videla y Maldonado donde constatan que se vive temor que les quiten el hijo en “prueba” porque legalmente no es de ellos. También hay fantasía de que aparezca la madre biológica. En esto influye mucho las películas de cine que tratan el tema de la adopción.


LA FAMILIA EXTENSA

Un nieto revive la vida de la familia de origen de los esposos. La familia de origen puede o no aceptar al nieto. Al inicio se puede dar apoyo, pero luego esos sentimientos cambian. Las razones de no aceptar pueden ser: la falta de una fecha de llegada del niño para prepararse y falta de parecido familiar en lo físico. El no existir parecido físico con el padre o el abuelo provoca una herida narcisista.

La actitud de los abuelos reafirma a los padres o los inhibe en la confianza de su parentalidad, y esto interfiere en la relación con el menor adoptado y los padres de cada cónyuge. En esto ayuda el que los abuelos puedan conocer la experiencia de otros abuelos que han adoptado exitosamente. Melina recomienda pasos a seguir por los futuros padres adoptantes en su acercamiento a sus padres y al resto de la familia extensa:

1) Introducir la idea en forma paulatina, como consulta, y no informar abruptamente de su decisión de adoptar.
2) Permitir que la familia conozca más de la adopción, presentarles padres e hijos adoptivos y darles información sobre diversos temas.
3) Conversar con la familia sobre el tema, haciendo caso omiso de comentarios que pueden parecer como faltos de sensibilidad o tino acerca de la adopción.
4) Fomentar el contacto lo más precozmente posible entre los familiares y el hijo adoptivo.

Entender que los temores de los futuros abuelos son los mismos temores que tuvo la pareja de padres que prontamente adoptarán.




LA HERENCIA

Hay incertidumbre por el desarrollo físico e intelectual del niño, porque se desconoce lo genético. Pero ayuda el que los padres piensen que la vida que le darán cambiará su vida. En Chile por lo general el menor viene de estratos bajos y preocupa como fue su embarazo y parto, y por eso el niño puede ser un chivo expiatorio, al creer que esas son las causas de las conductas que en un futuro pueden disgustar a los padres. Por lo general los padres tienden a atribuir a la crianza los aspectos positivos y lo negativo a lo genético. Esto hace que exista el mito de “la mala semilla” donde las características negativas se atribuyen a sus padres biológicos. Videla y Maldonado perciben la semilla mala como una inseguridad de parte de los padres.

Reconocer que la variable ambiental tiene limitaciones y no explica todo en la conducta del niño, hace a los padres entender de mejor manera que no es culpa de su crianza ejercida por ellos, así el padre deja de asumir la necesidad de controlar en demasía al menor, por tanto deja de ser un papá perfecto que por lo general tiende a ser sobreprotector o exigente. Lo genético influye, pero el ambiente permite que se desarrolle el niño de buena o mala manera, es decir, se puede ayudar a modelar la crianza y ese rol lo desempeñan la pareja parental.

Además de la herencia también influye ver los conflictos normales del desarrollo que vive todo infante, pero que muchos padres adoptivos tienden a atribuir al proceso de adopción. No hay que negar que el niño adoptado puede ser más vulnerable debido a experiencias tempranas de abandono, deprivación y separación antes de su adopción, pero no por el hecho de ser adoptado. Schechter cree que la atribución de las dificultades a la herencia y el rol de los padres adoptivos genera psicopatología en el niño adoptado.


LA REVELACIÓN

En las instituciones por lo general se solicita que al niño se le diga la verdad. Si no se hace, los padres sienten temor que en algún momento lo sepan. Este temor también lo poseen los padres que deciden decírselo al menor. La diferencia es que a medida que avanza el tiempo este temor pasa a formar parte de un secreto que el niño puede percibir como un engaño hacia él.

El enfrentar esa verdad implica para los padres nuevamente asumir la esterilidad biológica, también una posible crisis de identidad del hijo y la inevitable redefinición familiar. El secreto puede provocar en el niño una percepción del vínculo con sus padres como poco confiable. Muchas veces los padres guardan el secreto por: temor a los prejuicios sociales hacia el hijo, temor a sentir que el vínculo con el hijo no es igual al de los padres biológicos. Para Tau el decir la verdad es jugarse la realidad del hijo y también la de los padres adoptivos (infertilidad) pero además, este autor plantea que negar la verdad al niño es negarle al hijo su status “diferente”

Kirk plantea que hay problema de rol en los padres al momento de colocar límites o aceptar ciertas emociones negativas hacia el hijo. En este sentido este autor ve 2 estilos de manejo: reconocimiento de la diferencia admiten su problema de infertilidad y sentimientos asociados, y así empatizan y apoyan a su hijo. El segundo estilo es el rechazo de la diferencia aquí la pareja asume que no existe diferencia entre familias adoptivas y biológicas, manejando los afectos que surgen a través de la represión y la negación.

La motivación al ocultar la verdad del hijo adoptado puede ser consciente o inconsciente: sentimiento de inferioridad por parte del niño con respecto a sus pares, temor a la respuesta social ante la adopción (esconden con tretas la llegada del hijo, ejemplo suplantación de parto. Aquí se evita la adopción. La ventaja es que el niño no queda mucho tiempo sin un cariño materno)

Cuando se niega la verdad se evita tocar ciertos temas que aluden al nacimiento, y por ello el niño puede entender que ese tema es delicado y generar un abismo de silencio. La confianza básica se logra porque existe una sensación de que no existen secretos. La vivencia del niño de ser adoptado, depende de cómo viven sus padres la adopción (por ejemplo: papás que se sienten orgullosos de ser padres adoptivos). La actitud que asuman los padres ayuda al hijo en su etapa más difícil porque comprenderán su sentimiento de conocer o buscar a su familia. Kirk denomina destino compartido cuando los padres son capaces de percibir sus propias falencias, y así logran empatizar con su hijo y se permiten construir su futuro y aceptar su pasado.




La revelación implica un doble vínculo porque se busca convertir al hijo en propio, sentirlo como tal, y al mismo tiempo no lo es. Toussieng afirma que ser adoptado es otra forma de ser hijo (tan valiosa como la biológica) y por tanto no hay razón para ocultar al niño su verdadero origen. Un gran temor luego de la revelación para los padres es que el hijo no los quiera y los abandone.

La revelación no es algo puntual, porque es un proceso, porque la curiosidad por seguir la comunicación con respecto a ese tema se presentará a lo largo de la vida del adoptado. Para poder revelar es importante perder el miedo, porque el niño más que entender lo que dicen los padres captará lo que ellos sienten. En este sentido Brodzinsky dice que la condición de adoptado difiere con la edad que posea el niño por su desarrollo cognitivo. Cuando son preescolares se guían por la reacción de los padres y según eso entienden si ser adoptado es bueno o malo. Además entienden que la llegada a la familia es distinta a la de otros niños. A los 9 a 12 años el niño puede comprender más de la adopción y capta que existió una pareja de padres que lo abandonó. Los niños de más de 12 años entiende que la adopción es una tuición legal.

Los autores recomiendan la revelación a edad temprana, porque permite familiarizar al niño el concepto de adopción con un ambiente protegido como el de su familia. Decirle la verdad al hijo es honesto y genera confianza, buena comunicación y eso ayuda al desarrollo psíquico del niño. En contraste ocultarle la verdad es una falta de respeto al derecho del niño de conocer su familia de origen.

El significado de la adopción varía con los años en el niño y los padres deben estar atentos a ello para clarificárselo. Lo que el niño piensa de la adopción depende de la actitud de los padres, también de su personalidad, información que tiene y las experiencias que pueda haber tenido.


CAPITULO 5.
NUESTRO HIJO SALE AL MUNDO.

Antes la información que tenía el niño podía ser controlada por los padres, pero esto cambiará al ingresar al colegio, porque recibirá experiencias fuera del hogar. Los padres deben decidir a quien decir que el niño es adoptado. Temen prejuicios de los otros, ya que puede escuchar comentarios descalificadotes de sus compañeros. Por eso se recomienda que el menor conozca su verdad antes de ingresar al colegio. Muchas veces las explicaciones que otorgan los otros apoderados a sus hijos, si bien tienen buenas intenciones deja la estela de que el niño adoptado fue “botado” y lo acogieron, y esa imagen queda marcada en los compañeros de curso (una imagen de lástima y pena). Para el niño adoptado el reconocimiento de ser un “integrante fuera de la familia” puede hacerlo sentirse inferior por ello.


DISCIPLINA.

El niño puede desear cumplir las expectativas de los padres para expresar así su gratitud. Para Melina esa situación es imposible de cumplir, más aún por un niño, por el alto nivel de exigencia que puede existir. Importa explicar al menor que sus padres biológicos no lo abandonaron porque era “malo” o se portaba pésimo. Hay que aclarar que no es su culpa.

La disciplina puede ser un tema complejo y exigente para los padres porque por lo general son padres mayores (por la demora de los trámites) y por ello hay menos paciencia. Además tiende la pareja conyugal a ser más sensibles a los problemas de aprendizaje o trastornos conductuales porque los atribuyen al embarazo.

Muchas veces en el tema de la disciplina los padres tienen una percepción del niño como un ser frágil, y por eso cumplen sus caprichos (niño ajeno). La madre adoptiva asume el rol de “buena madre” que no frustra, ni prohíbe, (a la base de ello puede haber lástima). La falta de límites el niño la vive como una falta de amor. Niño sin límites es como un niño abandonado de nuevo. Los padres buscan en el fondo que el niño no les reproche nada en el futuro. A veces reprochan al niño, pero lo hacen con duda y culpa mostrándose una “no autoridad” y eso lo aprovecha el menor para manipular.


El niño muchas veces dirá frases como “tu no eres mi mamá” y los padres esto lo reciben como un verdadero impacto, y se quedan callados, identificándose así con el no ser padres. Estas frases emanan del temor del niño, por eso los padres deben estar preparados ante ellas. Debido a lo anterior a los padres les cuesta hacer valer sus derechos ante los hijos. Es peligro es si los padres son percibidos como figuras frágiles y fácilmente manejables por el menor, porque la seguridad de los padres calma al hijo, porque le hacen sentir que son sus padres y lo pueden proteger.

LA FANTASÍA DEL HIJO ADOPTADO.

El niño de los 8 a los 10 años puede experimentar lo denominado como romance familiar, que consiste en que los hijos biológicos tienen el deseo de ser un hijo adoptado para superar la frustración de la relación con los padres. Wieder plantea que esto cumple una función defensiva, ante las tendencias incestuosas y agresivas producto de la relación entre padres e hijo. También busca lograr autonomía en el niño con respecto a los papás. Esta fantasía puede ser agradable, como así mismo ser temida alternándose una y otra sensación. El niño adoptado a diferencia del biológico, niega la fantasía de la adopción y desea buscar y tener un lazo real (consanguíneo). La fantasía de los niños adoptados consisten en que imaginan a sus padres biológicos como personas buenas que vienen a buscarlos y los padres adoptivos son los malos porque los raptaron.

Scwartz en el caso de niños adoptados desde la infancia y criados en una situación relativamente estable, no encontró diferencia en el impacto que las fantasía podría provocar en la identificación de niños adoptivos y los que no lo eran. Esta ambivalencia fantasía de los niños adoptivos, no daña la relación, pero la comparación puede doler a los padres. Es importante que los niños no sepan que los padres son vulnerables a la comparación (entre padres biológicos y adoptivos) porque favorecerá la manipulación.

El conocimiento de la adopción cambia entre los 8 años a 11 años, porque se ven como únicos en el status familiar. Eso provoca que se pueda ver la relación familiar como más tenue, por la posible aparición de los padres biológicos, pero con el tiempo recuperan la certeza de que permanecerán con la familia adoptiva. Los padres biológicos siempre estarán presentes en su vida en forma de imago (es una representación mental de una persona en forma idealizada, que puede provenir de un recuerdo o de una fantasía, que se forma en la infancia y se conserva sin rectificar en la vida del adulto)

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