EN ESTE ESPACIO PONGO A DISPOSICIÓN DE QUIENLE INTERESES LOS RESUMENES Y ANÁLISIS DE LOS DIVERSOS TEXTOS QUE HE LEÍDO CON RELACIÓN AL ÁREA DE LA PSICOLOGÍA.

Friday, July 10, 2009

LA FAMILIA DEL TOXICO DEPENDIENTE

Resumen: La Familia del Tóxico dependiente
Autor: Stefano Cirillo. Clase del 20 de octubre de 2005.


LA RECONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA EMOCIONAL DE LA FAMILIA.

La familia a menudo cree que el adicto es una persona consentida, con un carácter débil y muy influenciable por los amigos y el medio. La reformulación que se genera, es que está desconectado del grupo familiar, le falta atención y poder lograr el destete, y esto le cuesta asumir a los padres (lo niegan o racionalizan). Esta reconstrucción de la historia familiar permite:

1) Explorar el síntoma desde una óptica trigeneracional que no culpabiliza directamente a nadie, facilitando así el acceso a una causalidad compleja con variedad de factores.
2) Ofrece a cada uno de los miembros de la familia la posibilidad de considerarse parte de un sistema sufriente.
3) Alivia el peso de las responsabilidades individuales favoreciendo una mejor colaboración en la terapia en un clima constructivo entre padres e hijos.
4) Quita a la toxicodependencia (y a su cronicidad) la etiqueta de enfermedad de la voluntad.

Se inicia la reconstrucción con el tema de las carencias del adolescente y su desvinculación adolescente.

ALGUNOS POSIBLES ACCESOS TERAPÉUTICOS.

Las vías de acceso dependen de cómo se ve tanto las características del contexto y de la fenomenología del síntoma, como de los recursos de la familia. Aquí ven los autores en la toxicodependencia un proceso articulado de 7 estadios. Como vías de acceso se ve tres diferentes opciones: 1) la familia de origen de los padres (primer estadio). 2) El enfado del hijo en la adolescencia y los primeros comportamientos inusitados (cuarto estadio). 3) las estrategias basadas en el síntoma (séptimo estadio).

EMPEZAR POR LA HISTORIA DE LOS PADRES CON SU FAMILIA DE ORIGEN.

Se observa un contexto terapéutico, que define a toda la familia como objeto de intervención. Cuanto más temprano se descubre la dependencia, más fácil es orientar el coloquio familiar sobre la dimensión reconstructiva de la historia común. Las situaciones cronificadas son más difíciles, en cuanto a la recuperación de la capacidad introspectiva por parte de los miembros de la familia, condición necesaria para ponerse en sintonía con las vicisitudes afectivas originarias. Esto se inicia con un padre que reconoce su error y pida ayuda en la situación de crisis. Es importante comprender el deseo de toma de cargo que se oculta detrás de las solicitudes de consuelo, de consejos y de sugerencias prescriptivas, que los padres a menudo dirigen a los terapeutas, o bien detrás del extravío o de la depresión que caracterizan su estado de ánimo. También hay que otear, empáticamente que siente el papá por su hijo, para evitar la contratransferencia y desvalorización hacia el padre por abandono de su hijo.

EMPEZAR LA INDAGACIÓN PARTIENDO DE LA ELECCIÓN MATRIMONIAL.

Stanton plantea que la toxicodependencia desvía los conflictos de pareja y previene las separaciones. Para Cancerini la toxicodependencia del tipo B (toxicodependencias de tipo neurótico) se daría por problemas de pareja en relación a como tratar el conflicto del hijo como figuras parentales. En cualquier caso se debe destriangularizar al hijo de los conflictos de pareja. Las diferencias en la pareja se ve según el tipo de relación que sostienen, por ejemplo: las relaciones horizontales deficitarias (estancadas), es menos grave que si las relaciones horizontales (parentales) estuvieran en crisis. Los autores eso sí plantean cierta incertidumbre en que el hijo toxicodependiente tenga alguna función dentro del vínculo conyugal, más que en raros casos.

Hay que ver la transmisión intergeneracional del trastorno, como punto de observación que mejor consigue individualizar las fuentes de la patología y movilizar los recursos terapéuticos con las familias adolescentes o de jóvenes. Aquí se ve el resultado de la dificultad de cada uno de los miembros de la pareja, para sintonizar con su rol paterno específico. La formación de la pareja en la familia del toxicodependiente, se caracteriza por la debilidad de la inversión emocional, por el vínculo recíproco y por la inercia con la que la relación se lleva adelante en el tiempo.

Entre las tareas de una pareja: debe desarrollarse una colaboración igualitaria con función de supervisión mutua, que como tal, pueda dejar espacio también para posiciones recíprocamente críticas y conflictivas. Pero se ve, a su vez, padres que casi no pelean en su rol de padres.


Hay por ello que utilizar a la pareja como fuente de entrada a la terapia, porque ellos deberán ser preparados para reinterpretar la historia familiar y su efecto en las toxicodependencias del hijo. Se debe reconstruir junto con los padres las expectativas mutuas y como ellas llevan a elegir pareja para estimular la creación de una actitud de nueva solidaridad recíproca.

EMPEZAR LA INDAGACIÓN PARTIENDO DE LOS COMPORTAMIENTOS ANTERIORES A LA DROGA.

Son las señales que muestran como el individuo, de pronto, empieza a reaccionar de manera diferente a los mismos estímulos del pasado (consejos, ordenes, normas de conducta etc); cambios repentinos en los hábitos (elección de nuevas amistades, abandono de deportes o aficiones), mutaciones afectivas (se ha vuelto más reservado con su madre, ha cambiado la relación con su padre). Se trata de comportamientos aún no sintomáticos, que afectan a los padres determinando su sufrimiento. Cuesta definir estos síntomas, porque son propios de la adolescencia, incluso en situaciones de normalidad. La familia debe ser capaz de leer estos signos de malestar al inicio, sino se agravan más con el tiempo y pasan a ser sintomáticos.

Se debe trabajar las tareas evolutivas conectadas a la adolescencia y se trabaja, por tanto, en una zona reconstructiva intermedia entre las relativas a las dinámicas de la relación madre hijo, es decir, la infancia del paciente, verosímilmente gravada por residuos traumáticos no elaborados y, la relación padre hijo, que hace menos tiempo que se ha demostrado desastrosa e inadecuada para las nuevas exigencias de crecimiento del hijo y del grupo familiar en su conjunto.

La relación en los tratamientos se trabaja con dos vertientes: la ayuda psicológica y la médico farmacológica.

En la primera cita se debe ver la aceptación que presentan el paciente y sus familiares a las reglas. Con eso se logra tener una segunda cita. Los comportamientos inusitados son particularmente interesantes, porque hacen cuestionarse el rol a los padres e hijo, y así se deja de lado el mensaje de la sociedad que culpa a los padres de no ser competentes en el cuidado. También se observa la inadecuación afectiva de la familia.

EMPEZAR EL PROCESO DE AYUDA PARTIENDO DE LAS ESTRATEGIAS BASADAS EN EL SÍNTOMA.

El descubrimiento de la toxicodependencia concreta, de golpe, las dificultades relacionales y afectivas del grupo familiar: a través de la droga, la percepción no bien definida, por parte de los padres, de estancamiento y de incompetencia en relación al hijo y, por parte del hijo, de incapacidad de hacerse amar por ellos, adquieren un sentido comprensible y mentalizable. Las temáticas ligadas al apego, sean entendidas como capacidad de cuidar, hacerse cuidar y de expresar propias necesidades, se reactualizan: a menudo las inadecuaciones y decepciones del pasado tienden a repetirse, con el riesgo de concurrir a la cronificación del síntoma. Los padres se miden ante el síntoma y piden prescripciones. Se acepta la resistencia y se los sostiene, pero luego se les restituye las competencias a los cónyuges. Se les ayuda sobretodo en condiciones de elevada tensión emotiva (una sobredosis, la cárcel, una enfermedad, el estigma social etc.). Las demandas de los padres y el paciente se refieren por lo general a demandas urgentes o intervenciones rápidas tanto en el plano físico, como social.

Las prescripciones constituyen la base de partida para discutir las dificultades encontradas al llevarlas a cabo, y esto afecta más las relaciones con los otros significativos al propio paciente. Así esto nos permite conocer los niveles relacionales, afectivos y de sufrimiento de cada integrante de la familia. Entonces así se trabaja más fácilmente los aspectos carenciales de la relación padre e hijo. Aquí en este punto el contrato cambia y los padres deben aceptar que ellos también son pacientes, tienen sufrimientos propios. Con ello se facilita la indagación en el plano de pareja y la relación de ellos con sus propios padres.

EMPEZAR POR LA NECESIDAD DE PROTECCIÓN DE LOS HIJOS DEL TOXICODEPENDIENTE.

Hay que evitar que los nietos queden al cuidado de los abuelos, porque ayuda a que se oculten los adictos y sus niños de las carencias, y además, se crea una virginidad paterna. En segundo lugar, negándose a acoger como emancipatorio el movimiento de pseudoautonomía de un joven, que declara que ya no quiere tener nada que ver con su familia de origen y entre tanto sigue drogándose.

Hay una visión riesgosa, y es el creer que el tratamiento apropiado en los casos de adicción, es el de parejas de los padres, o el del toxicodependiente y su pareja. La pareja actual sólo cristaliza la toxicodependencia que es causada por las otras generaciones.






TRABAJAR CON LOS SUBSISTEMAS.

A veces se trabaja con individuos solos o una parte de la familia, porque no es fácil trabajar con toda la familia. Se trabaja con sistema horizontal y vertical. Existen 2 configuraciones que pueden requerir ciertas consideraciones ulteriores: la convocatoria del subsistema de los hermanos y el trabajo individual con el paciente.

TRABAJAR CON LOS HERMANOS.

El subsistema de los hermanos atraviesa horizontalmente más de una fase de la historia de las relaciones entre los padres y el paciente. Así adquiere una característica particular, la contribución de los hermanos, porque es dar un impulso determinante en dirección a la comprensión y al cambio. El hermano no dependiente vive las mismas vicisitudes pero en una posición emocionalmente distinta, permite poder utilizarlos como biógrafos oficiales de la problemática del hermano. A menudo sucede que la relación con la fratría consiga compensar parcialmente algunas exigencias de pertenencia, de intimidad y cooperación igualitaria. Los padres a veces tienden a realizar una polarización con los hijos calificándolos como hijos buenos o malos. Muchas veces la dependencia de drogas incomunica definitivamente a los hermanos y así el hijo sano muchas veces pasa ser un padre sustituto del hermano “enfermo”

Los padres se sienten fuera de juega con respecto al tema de la droga y esto es muy frecuente, ya que su origen nació y se desarrollo fuera de la casa.

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